Amigos Espectadores, Buenos Días tengan ustedes en cualquier lugar del mundo donde se encuentren.
Se dice que las cosas o los cuentos, en definitiva, no son como empiezan sino como terminan. Desde luego que hay multitud de ellos y cada uno ha de tener un final distinto, pero en lo fundamental la mayoría se parecen y se asemejan a lo que pudo ser y no fue. Salvo excepciones se comienza con demasiadas inquietudes, las cuales se traducen en esperanzas seductoras y poco objetivas. Se conduce la trama hacia lugares diversos, con personajes nada desdeñables, con matices de cierta originalidad y persuasión. Hasta se añade a todo ello un recordatorio nada despreciable sobre como hay que hacer las cosas, como nos las vamos a apañar, todo lo que se interponga no va a poder con nuestro poder de convicción.
Que bonito suena todo en los comienzos y en la sutilidad del engaño al cual se somete a los fragmentos de tan estimulante obra. La gente ya está muy convencida de que es posible cambiar las cosas de cualquiera de las maneras, todo vale en esta cosa a la que han llamado sin darse cuenta ilusión a raudales. Y que decir del sonido, de aquella fuente de riqueza sonora que en forma persistente nos recuerda el posible desenlace de tan bella historia. Somos como niños llamados a la culminación de todas nuestras banalidades y ensoñaciones hasta el hartazgo. No obstante y en plena dejación de funciones, confusión y desprecio por una posible observación serena, cada vez hay mucha más gente a la que se le lleva al rebaño o al más estúpido de los convencionalismos.
No faltaron las llamadas emocionales inferiores, que limaron posibles asperezas en los más atrevidos disidentes del contenido, ahora están en el saco también. Todo ha sido un cuento y va a ser como termina, jamás como empezó tan lleno de posibilidades y de tentaciones para poder vivir en un mundo más guay. Fueron desapareciendo poco a poco los engaña bobos, los servidores de lo subjetivo o de la crítica mordaz. Aparecieron entonces las brumas que dieron paso a cielos más apagados, mentes convertidas en sumisas no se atrevieron a mirar hacia otro lado en su afán por no destripar aquello que en muchas de las partes aparentaba ser real. Somos lo que creamos y lo que vamos entendiendo como tal o cual motivo, y no hay mucho más que añadir a repetidos finales de desamparo y frustración. Así todo se funde en un continuo batallar, así no hay opciones en el profundo sueño una vez más manifestado en la inconciencia colectiva y como principio en cada uno de los seguidores.
Nuestro más sentido recuerdo a todos aquellos que en algún momento trataron de reconducir tan grande surgir de imbecilidades, actuaciones cínicas o intenciones nacidas de corazones desviados. Sean estos motivos provenientes de uno mismo o de otros orígenes.
Que tengan un estupendo día y en paz
Categorías:conocimiento, ilusion, relatos, todo ha sido un cuento